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General Villegas
sábado, 20 abril, 2024

El trigo: origen de la actividad agrícola, base de nuestra alimentación y un mercado que el país no debería desaprovechar*

Actualidad presenta «LA VOZ DEL CAMPO», la columna de la Sociedad Rural del Partido de General Villegas. Este espacio busca salir de la coyuntura y abordar las cuestiones fundamentales del agro, que tocan a los pueblos y comunidades del interior de nuestro país, para conocer más de cerca la realidad del campo. En esta primera edición, Santiago Rodríguez Ribas nos habla de un cultivo fundamental: el trigo. 

 

Si uno se remonta a los orígenes de la agricultura, el trigo acompañó al hombre desde ese momento. La agricultura nace con el trigo. Y esa referencia uno la encuentra en los textos más antiguos, hasta en la Biblia se asocia a la agricultura y al alimento con el trigo. El trigo está en el origen de la actividad agrícola. Es de las primeras especies que el hombre domestica, selecciona y mejora. Uno cuando dice alimento dice pan, y el pan es el producto natural del trigo.

Cuando se analiza el impacto que ha tenido el coronavirus en los precios de los diferentes alimentos puede verse que hay dos que se destacan sobre el resto: el arroz y el trigo. No han reducido ni su demanda ni su precio, porque cuando las economías del mundo buscan asegurar su autonomía y abastecimiento alimentario naturalmente se refugian en esta producción, que es el alimento por excelencia. Es la definición que todos tenemos incorporada, casi de manera inconsciente, porque el trigo es el símbolo más representativo de lo que significa el alimento para la humanidad.

En el mundo se producen alrededor de 760 millones de toneladas de trigo. La característica que tiene el trigo es que se produce y se compra por muchos países. Es uno de los alimentos que más se comercia en el mundo, a diferencia de otras producciones que están más concentradas, como por ejemplo la producción de soja que se concentra en algunos países que reúnen las aptitudes climáticas y de suelo. En el trigo eso no pasa, muchos países producen y compran trigo. Hay muchos países que no producen lo suficiente como para abastecerse y otros que tienen excedente. ¿Cómo se ubica Argentina en ese escenario? Es uno de los pocos países que tiene una producción muy superior a la que necesita. Eso la convierte en un actor muy importante en el comercio mundial de trigo. De esas 760 millones de toneladas que se producen, 180 millones se comercian internacionalmente. De la producción mundial, la Argentina representa el 3%; pero del comercio internacional (esas 180 millones de toneladas) Argentina representa el 8%, por lo cual su participación es más que relevante.

Nosotros lo tenemos grabado en nuestro inconsciente: cuando internacionalmente se referían a la Argentina lo hacían como el ‘granero del mundo’. Esa referencia de ser el granero del mundo es por el trigo. Argentina siempre fue un gran productor de trigo y sigue teniendo ese rol relevante en la producción y en el comercio mundial. En ese comercio internacional competimos con Australia, en el hemisferio sur, y con Estados Unidos, Canadá, los países que formaban la Unión Soviética y también con países europeos como Francia, en el hemisferio norte.

El trigo: conflictos, oportunidades, características y virtudes

Hay una novedad muy reciente que nos afecta de manera directa y que tiene que ver con la forma en la cual se liquidan las importaciones y el acceso que tienen los importadores al tipo de cambio oficial. Eso ha trabado el comercio del principal insumo del trigo, que son los fertilizantes. En este momento Argentina está sembrando trigo, estamos en medio de la campaña y esto genera una dosis de incertidumbre. Si lo vemos reflejado en lo que ha pasado en los últimos años, Argentina ha tenido idas y vueltas en este rol dentro de la producción internacional de trigo; por ejemplo: producto de las políticas agropecuarias y la presión impositiva, el área de trigo durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se redujo a un área de entre 8 y 9 millones de toneladas. Eso fue producto de la fuerte presión impositiva, de la intervención al mercado, de los ROE, de las retenciones. Cuando cambia el gobierno y se liberan esos aspectos de comercio, la producción pasa a 19 o 20 millones de toneladas. Lo que está previsto para esta campaña es un récord de 21 millones.

El trigo es un aporte fundamental para la rotación. Tiene muchísimas virtudes. Aumentar el área de producción de trigo es una muy buena noticia, en muchísimos aspectos. Primero en el nivel de actividad que se genera en el interior: se produce un flujo de actividad en un momento del año donde normalmente no hay actividad. Sembramos en junio, julio y agosto, y eso implica salir al campo, consumir gasoil, movimiento de fletes, insumos. La cosecha se produce en diciembre y enero, donde nuevamente tenemos un flujo de ingreso de divisas. El trigo es una actividad importante en dos momentos del año y compensa los baches que tienen otras tareas del campo. Genera divisas, movimientos, fletes y un montón de efectos colaterales positivos.

Además, desde el punto de vista agronómico, es una excelente incorporación para la rotación de los suelos. Permite hacer un mejor control de malezas, usar otro grupo de activos de herbicidas, por el tipo de siembra permite la incorporación de fertilizantes de una manera mucho más homogénea y todo lo que se incorpora con el trigo sirve para los cultivos que vienen después. Hay una serie de virtudes y sinergias. Es un cultivo que tiene un gran aporte, tanto desde lo económico como desde lo agronómico.

El campo nunca es algo homogéneo. La realidad es muy diferente. El trigo no es siempre trigo, cumple funciones muy diferentes: en algunos casos sirve para controlar malezas, en otros para mantener el suelo vivo y en otros es el principal ingreso. En nuestro caso, el trigo nos permite hacer dos cultivos en un año. Tenemos la gran suerte de tener un clima y un suelo que nos permite, detrás del trigo, hacer una soja o un maíz y así tener el suelo vivo durante más tiempo. Desde el punto de vista de la rentabilidad también es muy interesante: hacer trigo aumenta el nivel de actividad por hectárea de una manera muy marcada.

Cada cultivo se adapta a cada región de una manera diferente y cumple funciones distintas. La política agropecuaria debe tener en cuenta esta mirada porque el trigo, por todas las virtudes que tiene, sigue siendo un cultivo que necesita crecer y sostenerse.

Nuevos mercados y la necesidad de políticas agropecuarias que fomenten el cultivo de trigo 

Haber crecido de 9 millones a 21 millones de toneladas significó una gran ventaja para el país. Eso implicó la apertura de nuevos mercados, especialmente en el sudeste asiático y en el norte de África. Se calcula que con 6 u 8 millones de toneladas abastecemos nuestras necesidades internas. El excedente es lo que se exporta. El trigo argentino tiene un destino natural que es Brasil, que es uno de los principales demandantes de trigo. Pero una vez que Brasil agotó su necesidad y nosotros seguimos teniendo excedente, tenemos que salir a buscar otros mercados para nuestro trigo. En esos nuevos mercados hemos sido muy competitivos en estos últimos años y hemos desplazado a Australia, que era nuestro competidor natural, y a Estados Unidos. Eso nos ha colocado comercialmente en un lugar muy interesante y sería importante no volver atrás. Abrir mercados es difícil, no es sencillo colocar tu producto y establecer una relación comercial.

Para poder sostener esta ventaja, sería fundamental darle estabilidad a esa relación comercial y mantener nuestros niveles de producción. Las decisiones que se han tomado en los últimos meses van a contramano de esa realidad. Haber llevado las retenciones del trigo al 12% es una medida que nos quita competitividad y que frena la capacidad de crecimiento. Este conflicto con los fertilizantes es muy determinante y más en un momento muy crítico, porque estamos largando la siembra. Es una reglamentación que no fue bien pensada, no se miró de manera completa el impacto que podía generar. El fertilizante está asociado de manera directa a la producción: sin un buen paquete tecnológico (una buena semilla y niveles de fertilización adecuados) lo que se sacrifica es el rendimiento, y eso significa que no vamos a llegar a las 21 millones de toneladas que tenemos como objetivo.

La política agropecuaria es determinante del negocio: cuando se fija una política, un esquema impositivo y unas reglas de juego, el productor se adapta a eso de la mejor forma. Pero si las reglas de juego cambian, eso va a reflejarse en el área de trigo que el productor va a sembrar el año que viene. Sería deseable corregir estas medidas para que el área siga creciendo y poder sostener estos nuevos mercados que se han abierto.

Consejo al productor

No es bueno hacer cambios de timón a último momento. Hay que continuar con la planificación que se definió como ideal, más allá de estas pequeñas señales de alerta. Hay que seguir adelante con lo definido como plan de siembra, pero hay que ser cauteloso con los precios. Los precios que estamos viendo hoy parecen interesantes. Rosario y Bahía Blanca se están moviendo en el orden de 160, 165 y 170 dólares, son valores buenos que podrían ser mejores si estas situaciones se corrigieran. Hay que intentar no sacrificar rendimiento. Creo que se le va a dar solución a este problema de los fertilizantes. El trigo nos da tiempo de poder corregir la fertilización: tenemos 2 meses y medio por delante, donde vamos a poder compensar.

Hay que seguir adelante con lo previsto en el esquema y estar alerta a los precios. No tenemos que dormirnos y encontrarnos en cosecha con precios que nos dejen en situación de quebranto.

 

*Santiago Rodriguez Ribas
Ingeniero Industrial y Master en Administración de Empresas
Miembro CREA Ameghino
Productor Agropecuario y Administrador de negocios agropecuarios en una amplia zona de la Provincia de Buenos Aires.