Una vieja ranchera con música de Francisco Canaro y letra de Ivo Pelay se pregunta en un fragmento: “¿Dónde hay un mango viejo Gómez?”, el cual bien podría modificarse por un “¿Dónde hay agua viejo Gómez?”, si trasladamos el escenario a la ciudad de Junín, donde precisamente el enorme espejo de agua dulce de una extensión estimada en unas 6 mil hectáreas, emblema de esa población y conocido como la Laguna de Gómez, ha desaparecido por completo, transformada en una árida superficie.
La laguna, parte de la cuenca del Salado, no pudo sobrevivir a los embates de la naturaleza climática tras tres años de sequía, atribuido al fenómeno conocido como “La Niña”. Para colmo, lagunas conectadas que la proveen de agua, mantienen cerradas sus compuertas para conservar algo de ese caudal en su región.
El lugar, solía ser visitado por pescadores deportivos trenquelauquenses y de la región, ya que allí abundaba la codiciada especie de pejerrey “flecha de plata”, y por eso fue el lugar elegido para realizar allí anualmente la Fiesta Provincial del Pejerrey.
Además, poseía un enorme encanto turístico que significaba para muchos visitantes un destino imperdible para la pesca en embarcaciones, y ofrecía a su vez, la posibilidad de realizar la práctica de deportes náuticos, como el esquí acuático, yachting, motonáutica, jet ski, windsurf, y otros. Por otra parte, fue el hábitat de más de 250 especies de aves, que perecieron o han emigrado.
El comercio del lugar se ha visto gravemente afectado, teniendo en cuenta que a la vera de la laguna se sostenía una significativa infraestructura de servicios, que sumaba restoranes, cabañas, kioscos, proveedurías, vestuarios, y parrillas, dentro de las variadas opciones que ofrecía para quienes deseaban pasar no sólo el día, sino unas breves vacaciones.
El ingenio, sin embargo, encontró alguna variante, como la competencia realizada a fines del año pasado, un encuentro nocturno de enduro, modalidad de motociclismo a campo abierto, permitiendo a una gran cantidad de participantes atravesar el suelo, que antes ocupaba la laguna, para unir el trayecto entre las ciudades de Junín y Vedia.
Hace pocos días, también, a un piloto de un Cessna se le plantó el motor y milagrosamente encontró en el lecho de la desaparecida laguna el remedio para consumar un aterrizaje de emergencia y salvar el pellejo.
La denominación del lugar, según cuentan viejos pobladores, lo es en homenaje a Santos Gómez, que poseía tropas de carretas y acampó durante largos años sobre los márgenes de la laguna, ya que le resultaba un estratégico abrevadero natural para sus animales.
Mientras tanto, se aguarda el cambio climático, que las lluvias se multipliquen, las aguas proveedoras reaparezcan, y la Laguna de Gómez, recobre su lugar de primer centro turístico lacustre bonaerense.
