Pasó el Día del Trabajador. Este en particular con una realidad que nos atraviesa a todos por igual, sin distinción de naciones, razas, credos, nivel sociocultural, nivel socio económico, ideologías, y en esta realidad, ahí están todos los trabajadores de la salud, poniendo el alma y el cuerpo, para dar lo mejor en función de la vocación de servicio que alguna vez cada uno eligió.
Cuando digo trabajadores englobo a todos los integrantes del equipo, maestranza, seguridad, camilleros, administrativos, limpieza, mantenimiento, informática, choferes, enfermeros, kinesiólogos, bioquímicos, psicólogos, trabajadores sociales, técnicos, médicos; y todos aquellos que conforman el extenso y multidisciplinario equipo.
Algunos hoy los llaman héroes, super héroes y ¿saben qué?, son simplemente seres humanos como cualquiera que eligieron, desde hace mucho o poco, la vocación de servicio en mantener o recuperar la salud de muchos anónimos, que son aquellos usuarios de los sistemas de salud. Y, como son seres humanos como cualquier otro, también sufren, se angustian, se preocupan, temen en este contexto de pandemia; por ellos, por sus familias, por su entorno, pero no importa nada de eso a la hora de trabajar por esa persona que llega a pedir su ayuda, automáticamente desaparecen todos esos sentimientos y se ponen en marcha. No hay en esos momentos tiempo para pensar en uno mismo sino en el otro, y cuando termina el día la sensación de deber cumplido es el mejor reconocimiento y satisfacción por lo actuado. Muchas veces en ese accionar, se ayudó a alguien a vivir, a solucionar un problema o, simplemente, acompañarlo en sus últimas horas a lo que yo le llamo el buen morir… Sí al buen morir, de eso también se ocupan los trabajadores de la salud, de darle dignidad a la persona en cada etapa de sus estados de salud, que no siempre es de la mejor manera. Pero claro, dijimos que son seres humanos con errores y días mejores y peores, perfectibles, pero jamás con intención de hacer las cosas mal… (primun non nocere).
En todo este transitar de la pandemia, distintas muestras de reconocimiento han recibido de parte de la comunidad en general y autoridades de turno, siempre son gratificantes y una caricia al alma. Sólo espero que terminada esta pandemia, no todo el esfuerzo de los trabajadores de la salud caiga en el olvido, aunque en mi opinión lamentablemente es lo más probable, una mínima esperanza siempre queda, ojalá ese reconocimiento genere de una vez por todas mejoras en las condiciones laborales, remunerativas y no remunerativas, sistema jubilatorio, tanto en el sistema público como el privado y, para que nadie se sienta particularmente ofendido, condiciones que desde hace más de 30 años (que llevo en la medicina pública y privada) se ven lenta pero progresivamente desmejorada, en la cual las responsabilidades son múltiples, autoridades gubernamentales y no gubernamentales, los mismos trabajadores de la salud y también la comunidad.
Sí, esa misma que aplaude a las 21 hs. pero al otro día va a un centro de salud y maltrata o insulta a un trabajador que dentro de todos los déficit y dificultades en que hoy nos encuentra esta pandemia pone lo mejor de sí; y que también sufren las consecuencias de esta coyuntura de encierro, limitaciones y pérdidas de la libertad al que hoy debemos someternos por el bien de todos.
Creo que esta pandemia deja muchas enseñanzas, como resumir en la palabra libertad lo que más ansiamos recuperar, la libertad para decidir qué hacer y que no, dónde ir o no ir, juntarse con amigos, familia o no, hacer ejercicio o no, etc. etc.. Creo que la palabra libertad resume muy bien todas las pérdidas que anhelamos recuperar; y el estado de salud como bien superior a toda otra riqueza. Tal vez en mi opinión debiera replantearse si nos estamos olvidando, al extremar las medidas tan prolongadas en el tiempo, de la salud mental de las personas a la que este encierro y pérdida de las libertades está afectando y mucho, de las enfermedades prevalentes como las cardiovasculares, diabetes, etc. etc.; si el permitir pequeñas actividades diarias también mejora el estado de ánimo y, con eso, el estado inmunológico de las personas. Sin dudas en comunidades pequeñas y sin casos esto ya debiera ser una realidad en mi humilde opinión.
Ojalá muy pronto sea esto sólo un recuerdo de una dura batalla, que seguramente podemos librar y vencer, con todos y cada uno de los que conforman el gran equipo de salud. Valla por todo esto mi más sincero, profundo y emotivo reconocimiento, sin desmerecer a nadie en este año en particular, a ellos que no han buscado excusas para no estar ahí donde se los llama, que no se han aprovechado de la necesidad para plantear cuestiones gremiales e impactar a los que necesitan de su servicio; y están allí poniendo la cara y enfrentando al enemigo invisible.
Ojalá no sean olvidados pasada esta pandemia. De todos depende.
(*) Médico cardiólogo, ex director del Hospital de General Villegas (2007-2014), ex miembro de la dirección de Atención Primaria del Ministerio de Salud (2015), ex director UPA 16 Tres de Febrero, ex director del Hospital municipal de Vicente López (2016-2019); y actual secretario de la Sociedad Argentina de Cardiología Conurbano Norte.