La médica psiquiatra sostuvo, en una charla con ACTUALIDAD, que «la salida de todo esto (cuarentena por COVID-19) tendrá que contemplar a la persona en toda su integridad, sino va a ser muy complicado. Además del cuidado para prevenir el contagio del coronavirus, tenemos que cuidar la integridad mental de las personas, lo emocional, lo socio-afectivo».
El neurocientífico argentino Facundo Manes dijo días atrás que «no podemos tener una cuarentena eterna»; y advirtió que «8 de cada 10 jóvenes tienen síntomas de depresión».
«Si tenemos un pueblo ‘quemado’, una sociedad exhausta, por más que arreglemos la deuda o traigamos inversiones tenemos un problema humanitario, social y económico», agregó.
Para Manes, el saldo más negativo que está dejando el coronavirus a la humanidad «es una pandemia de enfermedad mental»; y, según el neurocientífico, «la salud no se puede separar en salud física y mental, la salud es integral y hoy los argentinos estamos exhaustos».
En este contexto, ACTUALIDAD dialogó con la médica psiquiatra villeguense Vanesa Irusta.
¿Las principales consecuencias de esta pandemia tendrán que ver con las enfermedades relacionadas a la salud mental?
Sí, me parece que es algo que viene pasando. Al transcurrir tanto tiempo, con la cuarentena más prolongada del mundo, los efectos psicológicos son acumulativos. Entonces, al llevar tanto tiempo, se va intensificando el miedo, la incertidumbre… Lo que era algo esperable se está transformando en un trastorno.
Lo que era extraordinario, pasó a ser un hábito.
La verdad que sí. Por supuesto que la realidad de cada localidad, de cada provincia, cambió, pero a todos nos afectó la pandemia. Se va acumulando y se va intensificando lo que pasa. Empiezan a aparecer emociones muy dominantes, como el miedo y la tristeza; o quizás ya habían aparecido y siguen estando. Esto lleva a tener más sintomatología depresiva, que es generada por la pérdida de cosas o afectos, amigos, trabajo, rutinas.
Según cifras de Ineco, 8 de cada 10 jóvenes tienen síntomas de depresión leve, moderada y severa; y más de 6 de cada 10 tienen síntomas de ansiedad.
En relación al coronavirus, la mayoría de los que pudieran tener el virus, en población de gente joven, va a salir indemne de esto, va a tener consecuencias mínimas en su salud física. En primer lugar, tanto niños como adolescentes reaccionan (algunos) a lo que observan de los adultos. En segundo lugar, los adolescentes tienen de por sí mucha identidad de grupo, entonces al aislarlos socialmente, pese a la conectividad que tenemos hoy a través del teléfono o la computadora, falta la parte afectiva del encuentro, el abrazo, la risa, las miradas sin ninguna pantalla por delante. Aquellos de más de 20 años también tienen una personalidad en formación, entonces tal vez la incertidumbre es grande. Hay cambios de rutina, como dejar de estudiar, volver a convivir con la familia, dejar de hacer actividad física…
A los 20 años, no poder hacer actividades sociales afecta…
Claro, porque a esa edad uno no piensa en otros riesgos, en un un futuro lejano, el peligro. Se está más dominado por la rebeldía. Quizás muchos de ellos no estén preocupados por el coronavirus, sino por no poder juntarse con amigos, hacer su deporte habitual. Para ellos es difícil y es tal vez lo prioritario.
Manes dice que hay que darle herramientas a la sociedad para regular emocionalmente su conducta. Que además de estar preocupado por el virus se está propagando el miedo. Menos miedo y más cuidado. ¿Esto puede afectar nuestro sistema inmunológico?
El miedo es una reacción normal. Es esperable antes estas situaciones. No está mal tenerlo. Esa reacción normal nos permite poner en marcha nuestro mecanismo de afrontamientos, de cómo los vencemos. En este momento, es el cuidado que nos recomiendan los expertos. Pero cuando el miedo nos domina se transforma en pánico, y éste paraliza y deja sin reacción. Siempre hay que seguir cuidándonos, esto es hacer; pero no podemos no hacer nada y quedarnos paralizados.
El miedo ¿también genera angustia?.
Hay niveles muy preocupantes por la depresión y la soledad. Primero tenemos que permitirnos estar mal o angustiarnos, porque eso es una manifestación, algo está pidiendo que nos liberemos. Uno puede intentar cambiar rutinas. Cuando se está acompañado es importante hablarlo. Hay que salir, con cuidado, de la casa. El estar mucho tiempo encerrado perjudica nuestra salud mental. Nuestra cabeza realmente entra en un agotamiento muy importante. A veces no se puede solo con eso; y ahí aparecemos los profesionales.
Hay una gran diferencia entre lo que sucede en Capital y las grandes ciudades, con lo que pasa en General Villegas.
Si siguen las noticias de lo que pasa en el AMBA, verán que los contagios y el número de víctimas aumenta día a día. Nosotros tenemos otra realidad y tenemos que aprovecharla. La mayoría de las actividades se han reiniciado, algunos lamentablemente todavía no, como los eventos sociales. Creo que tenemos que aprovechar lo que pasa en Villegas, que estamos en Fase 5 y uno puede, con los cuidados correspondientes, salir a hacer actividad física, trabajar la mayoría de la gente, salir a dar una vuelta, ir a tomar algo o a comer. Me parece que cuando el miedo nos invada podemos pensar en esto y que no estamos en un encierro permanente.
¿Tenemos que agradecerle hoy a la tecnología?
Totalmente. Tenemos que agradecer la tecnología que tenemos a nuestro alcance y que, pese a todo, podemos vernos o escucharnos. Pero falta el contacto más estrecho. Los argentinos somos mucho del abrazo, la palmada en la espalda, reírnos… Nos falta eso. Por eso creo que la salida de todo esto va a tener que ser contemplando a la persona en toda su integridad, sino va a ser muy complicado. Además del cuidado para prevenir el contagio del coronavirus, tenemos que cuidar la integridad mental de las personas, lo emocional, lo socio-afectivo. A veces uno piensa que nuestra salud mental va por un lado y la parte física por otro; y la realidad es que somos una única unidad. Hay una relación constante entre lo que afecta nuestras emociones y lo que pasa a nivel físico.
También hay sobre información y noticia falsa.
Hay que tener cuidado con qué información miramos, leemos, difundimos, porque se escuchan un montón de cosas. Y sobre todo las noticias, que obviamente tienen una connotación negativa, porque antes hablábamos sobre cantidad de casos, si había contagiados; y en el último tiempo además de eso hablamos de las muertes, de la delincuencia, la inseguridad, la economía. Esto pasa y obviamente la información no debe ser escondida, pero debería ser administrada de otra manera. Por eso mi recomendación es no vivir permanentemente con las noticias, porque eso empieza a ser la única información que tenemos en nuestra cabeza, cuando en realidad hay un montón de otras cosas.
¿Cómo está el estado de salud mental en la población villeguense? ¿Se trabaja normalmente o han aumentado los casos?
Particularmente yo siempre estuve trabajando. A nivel hospitalario, en el comienzo lo estuvimos haciendo con reducción de actividades, a través de guardias. Ahora, ya hace bastante se comenzó a atender en forma presencial y desde agosto lo estamos haciendo con nuestro horario habitual. La verdad es que hay mucha demanda de atención, tanto en psiquiatría como en psicología. Hay personas que consultan por primera vez y quizás con cosas que empezaron a suceder en pandemia, otras que tienen patologías de base y están retomando sus tratamientos. En lo particular seguí trabajando mucho, con algunos pacientes presenciales y otros a través del teléfono. Tenemos mucho trabajo. De todos modos, esta pandemia en algún momento se va a terminar y, gradualmente, vamos a tener que retomar nuestra vida. En Villegas lo pudimos ir haciendo, en otros lugares está más complicado. Es normal el estrés a las demandas que tenemos y los desafíos que tenemos que enfrentar. Es normal que nos permitamos sentir miedo, cambiar el humor, etc., mientras sean episodios y no una constante.