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lunes, diciembre 9, 2024
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El desarrollo del niño y la importancia de estar alertas a las banderas rojas

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La Licenciada Analía Iparraguirre, kinesióloga, formada en neurodesarrollo y con una larga trayectoria en atención de bebes y niños con patología motora, habló de las «banderas rojas» en el espacio con el que Aderid cuenta en ACTUALIDAD.

Desde hace 18 años la profesional es parte de la institución. «Creo que soy una de las más viejitas. Hemos ido creciendo juntos. Es difícil resumir en pocas palabras lo que es para mí, porque Aderid es gran parte de mi vida, a pesar de que trabajo pocas horas y en este momento menos que en otros años. Pero siempre está en mis pensamientos», manifestó.

¿Qué son las banderas rojas?

Son algunos signos de alarma a los que nosotros estamos atentos en el desarrollo de cualquier niño en sus primeros años. Todos sabemos que el desarrollo del sistema nervioso va desde el momento de la concepción hasta la edad adulta; y en cuanto a lo motor, que es mi área, siempre explico que los mamíferos nacen y se pueden parar y a nosotros, los humanos, nos lleva casi un año poder pararnos y empezar a caminar. Eso tiene que ver con el gran desarrollo y la gran demanda a la que se ve sometido el sistema nervioso, que no es sólo llegar a pararse o caminar, sino que implica un montón de otras habilidades que también tiene que lograr el niño.

¿A qué cosas se debe estar alerta para la detección temprana de alguna patología?

Lo ideal sería que los niños en su primer año hagan un control frecuente con un pediatra de cabecera, que conozca a los niños y la familia, la historia del embarazo de esa mamá, los antecedentes familiares y que pueda ir acompañando los primeros años de vida de ese bebé. Muchas veces pasa que la mamá, el papá o algunos de sus abuelos notan algo raro. Ese es el primer síntoma de alerta o lo que a uno debería llamarle la atención. Hay que escuchar cuando los papás ven algo raro e ir evaluando. Hay cuestiones que se ven y otras que no, algunas tienen que ver con lo morfológico, como la forma de la cabeza, la cara o el desarrollo del esqueleto; y hay otras tienen que ver con el funcionamiento del niño en los primeros meses de vida. De acuerdo al trimestre que va a ir atravesando ese bebé, es lo que vamos evaluando y viendo.

¿Hay cada vez más concientización de las familias en este sentido?

En general sí. Además, ha cambiado un poco la modalidad de atención desde la rehabilitación o desde la atención temprana, porque hoy la familia tiene que estar más involucrada en todos los tratamientos. Nosotros vemos, evaluamos, sugerimos, pero el resto de los días y horas en los que el niño permanece en su casa, es donde se realiza la mayor estimulación. Tratamos de dar herramientas al grupo que acompaña al niño, fortalecerlos, que aprendan y que entiendan por qué es importante hacer algunas cosas. Ya casi prácticamente no se trabaja dentro del consultorio.

En estos 18 años habrá habido logros; ¿y también situaciones que no se han podido resolver?

Uno ha vivido de todo, pero siempre se rescata lo positivo. Es un aprendizaje para todos. Aderid es mucho más lo que nos da que lo que nosotros damos, porque es un aprendizaje de vida, entonces hemos vivido muchas situaciones. Los logros, generalmente, son cosas chiquitas, pero para nosotros y las familias es una alegría enorme. Eso se festeja, es contagioso y motivador para otros.

¿A qué cosas deben estar alertas en casa?

Como general, para todas las edades, ver que el movimiento sea armónico, rítmico, que no hagan movimientos raros; ver que la postura sea simétrica, que los dos lados del cuerpo (el derecho y el izquierdo) se puedan usar bien y para todas las actividades, que no haya dificultades y se mueva más un lado que el otro. Que no hagan siempre lo mismo y los movimientos sean iguales, sino que tiene que haber variedad y variabilidad en el movimiento; y en cómo hace las cosas. Para el primer trimestre, cuando el bebé es más chiquito, lo primero que se empieza a notar es que pueda controlar la cabeza, que cuando está boca abajo pueda empezar a levantarla, que cuando lo tenemos sentado a upa pueda sostenerla y no se caiga, que pueda hacer un seguimiento con sus ojos de las personas que están a su alrededor, que pueda sonreír a su mamá, su papá y sus hermanos; y también lo emocional, que pueda estar tranquilo, disfrutar con quienes está, dormir y descansar bien, que no esté irritable ni llorón. Esas son las cosas que uno ve en el primer trimestre.

Un bebé atento al resto, que también lo mira atento…

Atento y que pueda tolerar los estímulos que va recibiendo del ambiente. Que no se sienta invadido, que no le molesten los ruidos, las luces fuertes, los golpes. Que no todo sea un llanto. También tiene que ver con adaptarse a la vida fuera de la panza de la mamá.

Analía, además estás acompañando en la formación de profesionales de Aderid.

Hace muy poquito, por cuestiones familiares, he dejado de atender pacientes. Seguramente va a ser por un tiempito; y sigo acompañando a los nuevos terapeutas que ingresan. Ese es hoy mi rol en la institución y es un gran compromiso. Se trata de devolver un poco todo lo que Aderid ha formado en mí. Lo más importante es escuchar lo que les llama la atención a los papás, hacerles caso, seguirlos y observar.

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