Tras haber recibido sus reconocimientos del Concejo Deliberante, mientras se cruzaban palabras y se tomaban fotografías durante un cuarto intermedio antes de la sesión ordinaria, mantuvimos breves diálogos con algunos de los veteranos de Malvinas.
Visiblemente emocionados, con una Paula con la voz siempre cerca del llanto, pero vestida de un orgullo de madre por lo que su hijo héroe sigue provocando en el lugar que tanto amó, se desprenden dos cosas que fueron columnas de ese momento: el agradecimiento por el reconocimiento y la memoria de Malvinas, que comenzaron a despertar los chicos en las escuelas y en sus casas.
Juan Tula
Juan Tula fue el primero en irse, después de saludar a todos. El veterano que se caracteriza por su hablar bajito, sin apuro, se deslizó igual escaleras abajo, tan imperceptiblemente que nadie se dio cuenta. Sin embargo, nos expresó:
«Estoy realmente muy emocionado por todo lo que han hecho por nosotros. Nunca pensé que este año nos iban a tener tan en cuenta. Para todos los que nos han llamado, nos han escuchado y ahora nos han entregado este reconocimiento, muchísimas gracias.»
José Luis Mellana
«Después de 40 años, es como que hay una percepción distinta de lo que fue Malvinas. Quizás haya tenido que pasar todo este tiempo para comprender y separar la gesta de lo que fue una dictadura genocida que vulneró todos los derechos.»
«Estamos agradecidos y un poco sorprendidos porque ahora se nos está haciendo todos los reconocimientos juntos. Es un mimo al alma y nos sirve para mantener vivo el recuerdo y seguir malvinizando.»
«Está ocurriendo algo muy curioso y es el interés de los nenes por Malvinas y, de alguna forma, los chicos son quienes están rescatando la memoria de la guerra. Lo que tratamos en las escuelas es de dar un significado a los símbolos, porque cuando existe una guerra y hay que defender la bandera, la bandera somos todos.»
Paula Siri, mamá de Fabián, el héroe que no pudo regresar
«Yo recibo tanto amor… sé que es a través de Fabián, pero ver a chicos llorar cuando nos escuchan me hace sentir que a 40 años Fabián todavía sigue estando.
Yo, que tengo que representar a Fabián, que dio la vida por los demás… Él había logrado salir, pero se volvió para ayudar a los otros y no volvió más… A veces me pregunto ¿por qué te volviste?, pero él siempre fue igual para todo y ha sembrado tanto, que yo, su mamá, no termino de cosechar. Digo mil gracias pero no sé cómo pagar tanto amor. Gracias Fabián… (dice y mira hacia arriba).»
Ricardo Celaye
«Un reconocimiento más y muy emotivo. Me pasan por la cabeza muchas cosas… Estas charlas que empezamos a dar antes del 2 de abril nos hacen bien, porque nos tienen en cuenta y porque los chicos nos hacen preguntas que a veces son difíciles de responder. Pero como decimos con Juan y Rubén, jugamos en equipo y cuando vemos que uno se quiebra, sigue el otro. Lo que contamos, también con José y Paula, nos quiebra muchas veces, pero la gente lo entiende.
Nos emociona mucho, pero nos gusta y nos hace bien hablar sobre lo que pasó. Por eso lo agradecemos.
A veces nos preguntan si volveríamos a la guerra, pero si hay que volver a pelear y puedo elegir, entre un hijo y yo, vuelvo yo.»
Rubén Leyton
«Este fue un año muy distinto a los demás, más allá de que cumplimos 40 años de la gesta de Malvinas, porque hicimos más de cuarenta charlas y el volver a recordar todo, te desangra y te afecta un poco.
Este cuadro de hoy nos emociona hasta las lágrimas. Hoy lo veía quebrado a Ricardo, cuando normalmente el frágil soy yo. Los años te vuelven más sensible y la vida te va cambiando un poco.
Cada vez que damos una charla aparece un recuerdo nuevo, que había quedado en el olvido y de pronto se despierta con una pregunta. Hay una cosa de la que no puedo hablar y es del encuentro con mi padre y cuando se filmó el último video me llevaron a ese terreno, no pude aguantar y me quebré. Lo reviví porque tengo muy presente el lugar, el espacio, el momento.
La Bibliloteca hizo un trabajo maravilloso, la EET N°1 también, de llevar al grupo, entonces cuando alguno flaquea, el otro acude y apoya, como en un equipo.
Después de dos charlas en la mañana y dos en la tarde, llegaba a casa exhausto, pero no era cansancio, era la emoción, que es tremenda, porque hay chicos que salen con preguntas muy fuertes y siempre hay que responderles.»