Con un espectáculo renovado y a la altura los mejores musicales de Broadway, «El show debe continuar», se presentó este domingo a las 21 horas en el Teatro Español de General Villegas.
El espectáculo pone sobre el escenario una fabulosa y cronometrada puesta coreográfica, música, actuación, caracterización, iluminación e imágenes en pantalla, donde el protagonista se calza el espíritu de Freddie Mercury, con un guión hecho a su medida.
El cuerpo de danza se desliza en cada movimiento y hace viajar al espectador entre el torbellino de pasión, desenfreno, éxito, genialidad, amor, gloria, dolor, temor, esperanza y muerte. La vida del líder de Queen se materializa a través de la música, en su más pura esencia.
Si bien Hernán Piquin ya recorrió la vida de Mercury con «Freddie», en esta nueva puesta hay un cambio absoluto, porque se aborda al artista desde su más profunda humanidad.
El nuevo libro de Sergio Marcos, un vestuario que exige cambios totales constantes, la dirección coreográfica de Laura Cattalini con figuras clásicas enlazadas una tras otra e imágenes en pantalla que se complementan con un contexto de luces, sombras y colores, son el marco perfecto para cada emoción que se provocaba.
Las figuras definidas del amor idílico con la mujer que jamás lo dejó solo, la crisis de identidad por su lucha interna, el camino a la fama, el rock, las tentaciones, la rebeldía, la aceptación, la gloria, el miedo y la despedida.
En la impactante puesta de El Show debe continuar se repasan canciones Who wants to live for ever, A kind of magic, Innuendo, Somebody to love, We are the champions, Under presure, To much love kill you, I want you break free, Love of my life, Living on my own, Killer Queen, Bohemian Rapsody, Save me, Don’t stop me now, In my defense, Another one bits the dust, Barcelona (con Monserrat Caballé) y por supuesto, Show must go on.
Piquin, que sin duda alguna es uno de los artistas más prestigiosos de nuestro país, volvió a demostrar que es capaz además, de rodearse de un cuerpo de baile que le sigue los pasos.
Fueron notables la primera bailarina del Teatro Colón, Gabriela Alberti, que pareció flotar en cada aparición; la fuerza de Gustavo Ortiz como una muerte implacable y la destreza de los bailarines Mate Torino, Thomas Ali Vallejo, Walter Emmanuel, Julieta Gonzalez, Federica Tobares, Valentina Silvera y Sofía Giurastante.
«Yo me veo a mí mismo como un hombre de extremos. Creo que cada persona está hecha con muchos ingredientes. Tengo un lado muy blando y un lado muy duro», dijo alguna vez Freddie Mercury, sobre el reflejo de sus contrastes, que estuvo presente también sobre el escenario.
God Save The Queen. El líder de la icónica banda se autoproclamó monarca absoluto con su capa de armiño y su corona de piedras preciosas, que se llevó a la mismísima eternidad.
En cada función, el líder de Queen posee al genial bailarín argentino para hacerlo brillar porque una vez más, el show debe continuar.
Un intercambio que continuó tras la función
Entre las sombras del escenario y vestido con la característica chaqueta de cuero amarilla y pantalón blanco, Hernán Piquin se dirigió al público del Teatro Español agradeciendo la presencia de todos, haciendo hincapié de la alegría del regreso tras la pandemia, la solicitud especial para que no se utilizaran teléfonos celulares para tomar fotografías y además, para pedir que como terminado el espectáculo, se grabaría un video desde el escenario para subir a sus redes, todos gritaran eufóricos.
En un juego entre artista y público, bromeó con la intensidad de los gritos como condición para subir el video, pero desde la segunda fila, la voz de un niño le respondió: «¿es necesario gritar tanto?» y lo que siguió fue un cruce entre ambos, que le agregó un condimento muy especial cuando la persona que lo acompañaba expresó que «son las cosas que hace el Asperger.»
El niño se llama Salvador y tiene 8 años y fue acompañado de su hermana Adolfina, quien nos contó que ella subió una imagen a Instagram y Piquin le respondió, «pero un rato antes (coincidieron en el lugar de cena) había estado en nuestra mesa para preguntarle a Salvador si había disfrutado el espectáculo.»
