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jueves, octubre 10, 2024

Ignacio Almada, el camionero piedritense que luchó y siguió su pasión en Europa

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«GPS, villeguenses por el mundo» nos sigue dejando historias fantásticas y alucinantes de la mano de Esteban Mutuberría. En esta nueva emisión, trajo consigo una vida de esfuerzo, dedicación y pasión.

Se trata de Ignacio «Nacho» Almada, de 32 años, un piedritense de sangre y camionero de alma que está radicado en España desde hace cinco meses. Otro relato de vida más que interesante del programa que cuenta las historias de los nuestros en otras tierras.

Fanatismo por el volante

No es ningún secreto el fanatismo de Ignacio por el volante, ya que es camionero por herencia familiar, de su padre y hermanos. «Es algo que me encanta y no dejé nunca más», sostuvo.

Además, explicó cómo empezó su relación con los camiones. «Cuando sufrí la pérdida de mi madre tomé la decisión de emprender algo nuevo en Rosario, en Villa Constitución, donde había una oportunidad de trabajo; y no tardé en darme cuenta de que era lo mío», recordó.

Ignacio Almada: «Ser camionero es algo que me encanta».

Tras su paso por Rosario, volvió a General Villegas en 2014, donde se mantuvo hasta 2020 por un emprendimiento laboral, en el cual «pude independizarme».

Estafa y decisión tomada

Una situación desafortunada para la vida de Ignacio tuvo lugar en la pandemia, cuando fue estafado y perdió su dinero por una camioneta 0 km. «Allí me di cuenta de que debía irme, entonces empecé a juntar dinero y encontré una oportunidad en España, por un conocido», señaló.

Sin embargo, admitió que dudó en aceptar la propuesta por las condiciones tan cómodas que tenía, pero se arriesgó y partió rumbo a Europa. «Al final fue todo como decía el acuerdo, se dio muy rápido», subrayó.

Llegada a España

Previo a su arribo a suelo español, hubo un gran trámite de papeles, sobre todo por la visa de trabajo y residencia. «Pude venir con todos los papeles en regla por parte de la empresa, que me gestionó todo», dijo.

Su aterrizaje fue en Madrid y posteriormente partió a Soria, una ciudad a dos horas de la capital española, donde lo recibió Recursos Humanos.

Regreso a su pasión

Al mes siguiente de su llegada, el piedritense consiguió hacer la huella, por lo que no tardó en volver a «agarrar el volante» en autoescuelas, donde fue probado y aprobado en 9 meses.

En ese largo mes de espera, Ignacio aprovechó para caminar y conocer la ciudad. «Se hizo duro en un principio, porque tenía todo el día libre y la huella no llegaba».

Actualmente, trabaja en una empresa llamada DPM, que tiene una importante cantidad de camiones y trabaja con madera Losán.

Mateando, ya con la jornada terminada.

A la hora de hablar de su profesión, Ignacio confesó: «Se me pone la piel de gallina porque soy muy fanático de lo que hago y me apasiona. La primera vez fue la más hermosa, cuando fuimos a Marsella. No lo podía creer», comentó.

Y agregó: «Ser camionero tiene muchas cosas lindas, ya sea conocer o saber de vehículos». Pero dijo que desea explorar muchos lugares más, algo que permite la profesión.

«Quiero seguir conociendo culturas y todos los días algo nuevo. La tranquilidad que me brinda ser camionero es hermosa», añadió.

Respecto a la gran diferencia con las rutas argentinas, mencionó que «cada país tiene su color de ruta. Por suerte nos ha ido bien, más allá de algunas veces donde transpiramos más de la cuenta, por el tamaño de las rutas».

Gracias a su oficio ha podido visitar sitios muy lindos como Barcelona o Madrid, pero no dudó en elegir a País Vasco como el más hermoso.

En Burgos. «Lo de atrás es la catedral. Ciudad increíble. Hermosa».

¿Se arrepintió en algún momento?

Más allá de extrañar siempre y tener ganas de volver, Ignacio sigue alucinando con este sueño que se está haciendo realidad, ya que «es lo que vine a buscar y se me dio».

El piedritense mencionó que los argentinos son tratados de una manera muy particular en España, no en lo que dicen, sino en el tono con el que se manejan. «Son fríos y no te hacen sentir muy cómodo», señaló.

¿Qué es lo que más extraña de Argentina y Piedritas?

«Obviamente que mi hija y la familia», dijo sin dudar al respecto, aunque en realidad extraña a todo Piedritas, según manifestó. «Cada vez que hablo de ellos se me pone la piel de gallina y los ojos vidriosos».

Planes para el futuro

Uno de sus objetivos es visitar Argentina en noviembre, para ver a su familia. Más allá de varios cumpleaños familiares, una de las razones por las cuales eligió este mes es el aniversario de Piedritas. «Tengo que ir porque extraño mucho. Podría quedarme en España tranquilo, pero a Piedritas no lo cambio por nada en el mundo», expresó.

Al mirar más allá de los próximos años y analizar su futuro a largo plazo, manifestó que «todo es muy incierto». Las ideas son muchas, pero el proyecto primordial es comprar un terreno y construir su casa. «Por ahora estoy feliz y me gusta mucho estar acá, pero quiero conocer más, siempre con el camión», comentó.

Su deseo es mantenerse por varios años en el exterior, aunque reconoció que todo es muy indefinido: «Esto es un sueño, tenía muchas ganas de estar acá y quiero disfrutar a pleno».

«Estas son las playas de Marsella. El agua era transparente. Una locura».

¿Cómo es Soria?

Soria es una ciudad que pertenece a la comunidad de Castilla de León, tiene 40.000 habitantes y es la segunda capital más alta de España. «Por lo menos en este invierno hizo mucho frío», dijo entre risas.

Además, explicó que la gastronomía es muy distinta, por lo que extraña mucho comer un asado porque la carne no es la misma que la de Argentina. «Se come mucho pollo, cerdo, conejo y pavo», verbalizó.

Ignacio vive en un piso que le concedió la empresa una vez llegado a España, compartido con otros argentinos y colegas sudamericanos.

Anécdotas

El recuerdo más latente en la aventura del piedritente, fue en su primer viaje como camionero en el exterior, rumbo a Marsella. «En el primer peaje, en la frontera, la policía francesa estaba haciendo control, entonces nos paró y pidió la documentación». Pero el problema no fue ese, ya que dentro del camión había mercadería para un cliente de Argelia, país que tuvo varios conflictos con España.

Ante esto revisaron los camiones, llamaron a un perro policía y a la brigada de narcotráfico, buscando droga. El problema se resolvió cuando llegó un policía con buen manejo del español, por lo que pudieron subir al camión después de muchas horas, luego de sufrir frío y maltrato verbal.

Una vez llegado a Marsella debía entregar la mercadería al cliente, oriundo de Argelia. La gran noticia fue que el guardia era argentino, lo que hizo más fácil la entrega del producto por temas del lenguaje. «Es increíble, pero en cualquier parte del mundo siempre hay un compatriota nuestro», sentenció.

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