22 C
General Villegas
jueves, octubre 3, 2024

Cuentacuentero, en la mítica Caras y Caretas

spot_img
spot_img
En la nota de la revista porteña se habla, entre otras cosas, del espectáculo «La receta de las brujas». Desde Cuentacuentero recordaron específicamente «a quienes nos acompañaron en ese momento. Autores: Sandra Moreno , Cecilia Jaurena y Miriam Santiago. Letra y música: Juan Manuel Rodríguez (Manolo), que también representó a Igor, el músico monstruo de las hechiceras. Director: Cesar Pascual».
A continuación, textual, la nota:

Cuentacuentero, la magia de la narración oral

Un grupo de cuentacuentos de General Villegas recupera lo mejor de la tradición oral para cautivar al público y fomentar la literatura.

La pasión por la lectura y por la narración son los principios que orientan, desde hace casi una década, el trabajo de “Cuentacuentero acércate al fuego”, integrado por docentes –algunas de ellas en actividad y otras jubiladas– que se dedican a la narración oral, y con sus cuentos cautivan al público de General Villegas, de donde son oriundas, y alrededores. La formación del grupo fue variando con los años. Hoy lo integran Gilda Adriana Zaniboni, Gloria Beatriz Scolari, Graciela Alicia Capellino, Graciela Nanci Hernández, Lidia Susana Búsico, María Teresa Velasco, Marta Nery Fábregues y Paula Giménez, bajo la coordinación de Miriam Lilian Santiago y la dirección de María José Failache. Caras y Caretas conversó con ellas acerca del trabajo que emprenden, que tiene una fuerte impronta autogestiva, comunitaria y artística.

–¿En qué contexto se gestó Cuentacuentero? ¿Cuáles fueron las ideas que lo alentaron?

Miriam Santiago: –Cuentacuentero se gestó hace nueve años como grupo sólido y estable; pero anteriormente algunas integrantes ya éramos parte del club de narradores de la Biblioteca Pública Municipal, ya que su directora, Susana Cañibano, fue una experta en literatura infantil, especialista en narración, que contagiaba el amor por los libros y el llevar los cuentos a todos lados.

Teresa Velasco: –Susana Cañibano, quien estudió en la UBA y se especializó como narradora en el instituto Summa, un establecimiento dedicado al arte y a la literatura infantil, con esa formación y empuje le contagió a la ciudad de General Villegas y su distrito la pasión por la lectura y narración.

M. S.: –Este primer grupo fue haciendo reuniones en la Biblioteca coordinado por Sandra Moreno. En un primer momento se llamó “El grupo de los viernes”, allí se hicieron algunas narraciones para adultos, hasta que en 2014 se hizo una convocatoria abierta a narradores en el gremio docente UDEB (Unión de Educadores Bonaerenses) y con el tiempo quedó un grupo de trece integrantes mujeres más un director. Entonces surgió el nombre “Cuentacuentero acércate al fuego”, ya que un viejo recurso para entretenerse, pasar el rato o amenizar las reuniones era narrar historias, contar cuentos, leyendas o fábulas alrededor de un fogón.

Gilda Zaniboni: –Fui invitada a ser parte del grupo de los viernes, me encantó la idea; comenzamos narrando el último viernes de cada mes.

Graciela Capellino: –Los viernes nos encontrábamos, buscábamos y seleccionábamos cuentos para luego prepararlos y practicarlos en nuestras reuniones. En 2014 el grupo se trasladó a UDEB, donde actualmente nos reunimos.

Susana Búsico: –En 2014 me integro al grupo. Siendo una de las mayores, recibí mucho apoyo y orientación para seleccionar los cuentos. Somos un grupo muy unido y con deseos de perfeccionarnos constantemente.

Marta Fábregues: –En 2014 como docente jubilada comencé a incursionar en este hermoso grupo de narradoras, en ese momento el grupo se trasladó de la Biblioteca Pública al gremio docente, del cual yo era la secretaria gremial.

Graciela Hernández: –Mi llegada al grupo fue cuando me jubilé como docente, y así comenzó este hermoso camino.

Paula Giménez: –Empecé a participar de los talleres de narración que se realizaban en la Biblioteca Pública a través de una invitación de una colega bibliotecaria. Nunca había participado en algo así y lo que estos talleres me brindaron fue descubrir algo en mí que ni yo misma sabía que tenía.

M. S.: –Una vez conformado el grupo, con César Pascual como director y Sandra Moreno como coordinadora, nos reuníamos una o dos veces por semana para hablar de narración, técnicas, ejercicios con la voz, el cuerpo y el gesto, y llegar a los cuentos de autor y de tradición oral. Nuestra primera presentación en sociedad fue con los capítulos de la novela Secretos de familia, de Graciela Cabal, una escritora, maestra, titiritera y narradora.

–¿Cómo fue variando la composición del grupo a lo largo de los años?

M. S.: –La conformación del grupo fue variando, comenzamos siendo trece y actualmente somos nueve integrantes.

P. G.: –El grupo siempre fue muy numeroso y entre presentaciones y presentaciones cada una fue encontrando su estilo y sus gustos en cuanto a los textos a narrar.

Las integrantes de Cuentacuentero en su composición actual. 

–¿Cuál fue la primera respuesta del público a la propuesta de Cuentacuentero?

G. H.: –Este grupo fue una gran sorpresa para el público, y para nosotras también, ya que después de la primera presentación yo volvía a mi casa y escuché que alguien corría detrás de mí llamándome. Era César, un jovencito dedicado al teatro que nos felicitaba, había quedado totalmente sorprendido, luego él fue nuestro primer director.

G. C.: –Cuando decidimos hacer nuestra primera presentación, superó nuestras expectativas, más de 150 personas concurrieron al salón y como no había lugar tuvimos que repetir, después fue tanto lo que se fue extendiendo la noticia que hicimos el espectáculo doce veces. Fue muy gratificante.

Desde los comienzos, con mucho envión

El grupo pionero estaba conformado por Sandra Viviana Moreno (coordinadora), Lidia Susana Búsico, Marta Neri Fábregues, María Teresa Velasco, Gilda Adriana Zaniboni, Gloria Beatriz Scolari, Paula Giménez, Graciela Nanci Hérnández, Graciela Alicia Capellino, Élida Haydée Arrieta, María Cecilia Jaurena, Zulma Rodríguez, Miriam Lilian Santiago y los directores, César Pascual y María José Failache.

Este año, casi una década después de su fundación, Cuentacuentero hizo en Villegas tres presentaciones de su espectáculo Sin alas no obstante, a sala llena, y una en la localidad de Bunge. Las próximas funciones serán en noviembre, con nueva programación, con eje en el humor. Y el grupo ya se está preparando para el décimo aniversario: la idea es hacer una función por mes a partir de marzo, con distintas propuestas cada vez.

–¿De qué manera se fueron entrenando en el oficio de contar cuentos?

M. S.: –Este grupo de cuentacuentos se fue entrenando haciendo diversos cursos y talleres en forma virtual y presencial y también viajando a distintos lugares donde se ofrecían capacitaciones para narradores autogestionando su aprendizaje. Pero como dice el dicho, “se hace camino al andar”: nuestro aprendizaje también se hace día a día, yendo a contar a los distintos establecimientos y narrando en nuestra ciudad y en otros distritos vecinos.

–El proyecto es amplio: además de la narración oral hay un soporte escénico y un trabajo escénico de cada una de las narradoras. ¿Cómo se preparan para encarar cada función?

M. S.: Cuando preparamos un espectáculo, generalmente tenemos un hilo conductor, por ejemplo cuentos de amor, cuentos de humor, cuentos de familia, etcétera. En la reunión semanal llevamos los cuentos elegidos, previamente cada una leyó muchísimo, buscó en biblioteca, en internet hasta encontrar el cuento, porque para contar algo que parezca creíble, primero lo tiene que creer quien va a narrar la historia, el cuento tiene que calzar como un zapato, cada una se tiene que sentir cómoda con su cuento, hacerlo parte. Entonces la directora se familiariza con los textos elegidos y vamos armando el esqueleto del espectáculo (el orden en que van a aparecer), se habla de la ropa, casi siempre jugamos con el blanco y el negro, cosa que el atuendo no distraiga la atención de los oyentes. Lo que todo narrador debe saber es que el protagonista es el cuento y no quien lo narra. En un cuento bien narrado, el narrador desaparece, se hace invisible, y el que ocupa toda la escena es el relato. No es fácil, pero es nuestro objetivo. La narración es mucho más complicada de lo que parece y las habilidades que implica son diferentes según lo que se esté narrando: hay que saber cuándo y cómo hacer que el oyente se sorprenda, hacer un silencio, lograr que se ría, etcétera. Todo sin exagerar, de forma natural. Los escenarios están casi despojados, con alguna lámpara, un sillón o banqueta como todo mobiliario. Elegimos música que tenga relación con la temática de los cuentos. La música va antes de comenzar, mientras va entrando el público y al retirarse, al terminar el espectáculo.

María José Failache: –Se piensa cada uno de los detalles, la ropa, las luces y los elementos que se utilizarán como escenografía, ya que se debe formar una composición que sea funcional a los cuentos elegidos. Pensamos en cosas que nunca le saquen el protagonismo a la narración y al cuento. La preparación previa al estreno es mucha, con ensayos, producción, venta de entrada, medios, etcétera.

–¿Cómo es la recepción del público?

M. S.: –Desde que nos presentamos como grupo de narradoras, siempre fue algo que llamó la atención, ya que éramos mujeres, docentes, la mayoría jubiladas, que nos animábamos a subir a un escenario a contar, “a cuentear”, a resurgir este oficio ancestral, sobre todo en esta época tan tecnológica, y nos animamos a escucharnos, a hacer circular la palabra, a reabrir procesos de escucha e imaginación. Desde la primera vez, allá por 2015, el público nos dijo “sí”, nos alentó a seguir, nos felicitó siempre. Es la gente, nuestro público, la que nos alienta a seguir, a mejorar, a crecer, a proponer cosas diferentes cada año.

G. Z.: –Fuimos creciendo y aprendiendo, el público siempre nos apoya y nos da palabras de aliento, son momentos gratificantes.

M. S.: –Hemos presentado espectáculos de cuentos para adultos y también el espectáculo musical infantil La receta de las brujas, que se llevó a cabo en el Cine Teatro Español, que tiene capacidad para seiscientas personas, y lo replicamos varios días para todos los establecimientos educativos de la ciudad. Íbamos a las 5 de la mañana a peinarnos y maquillarnos para comenzar a las 9 con la primera función y a las 11 con la segunda. Fue un aprendizaje. Una obra muy querida.

G. H.: –Un comerciante y vecino, luego de La receta de las brujas, me dijo: “Yo las veía en el escenario y no podía creer que eran las mismas señoras del barrio que vienen a hacer las compras”. Este grupo se mantiene unido por el amor a los cuentos, por la disciplina con que tomamos el trabajo y por el coraje que tuvimos para animarnos a subir al escenario. Merecen una mención especial nuestras familias, que apoyan sin reserva el tiempo que dedicamos a los cuentos y al público, que nos dicen cosas hermosas cada vez que termina un espectáculo.

–Es un proyecto con un fuerte espíritu comunitario. ¿Cómo se fueron haciendo un lugar en la escena cultural de Villegas?

P. G.: –El grupo es claramente identificado en nuestra localidad. “Te conozco, sos del grupo Cuentacuentero.”

T. V.: –Es un proyecto con un fuerte espíritu comunitario ya que establecemos lazos entre cuenteras y el público con narraciones que pueden identificarse o no, a través de lugares y personajes, alegrías o tristezas, suspensos, cotidianidades. Hacemos soñar y reflexionar a nuestro público a través de las diferentes historias.

–¿Cómo describirían el arte de contar cuentos?

Gloria Scolari: –En este mundo vertiginoso en que vivimos, hace que por un instante podamos disfrutar de ese “tiempo sin tiempo”, de ese momento único donde la imaginación se sobrepone a la razón. En donde compartir historias nos lleva a nuestra propia historia.

M. S.: –Contar cuentos es un arte maravilloso, ya que contar es jugar, compartir, viajar, es poder transportar a alguien a cualquier lugar que te deje la historia, es volver a una forma de comunicación más empática; es abrazar con la mirada, es una invitación a un mundo de fantasía, es poder captar la atención de los oyentes provocando la exaltación de sus sentidos.

–Con casi diez años de trayectoria, deben haber hecho muchísimas presentaciones. ¿Cuáles recuerdan con más cariño?

M. S.: –Hicimos muchas presentaciones en nuestra localidad y en localidades vecinas, también hemos viajado a otras provincias. Todos los espectáculos son muy amados por nosotras, porque vamos juntos desde su gestación. Pero sin duda el primero, Secretos de familia, con sus doce presentaciones, es el que llevamos en un lugarcito muy especial de nuestro corazón, por todo lo que significó para nosotras y para el público: el resurgir de los cuentos para adultos; aunque había gente que preguntaba “¿cuentos para adultos? ¡Los cuentos son para los chicos!”. Eso no nos amedrentó, al contrario, seguimos capacitándonos y contando con fuerza, con pasión; convencidas de que lo que ofrecíamos, los cuentos, eran necesarios. Fue todo un aprendizaje. Generalmente preparamos un espectáculo por año, ya que es un oficio que requiere de mucha preparación, y lo replicamos en nuestra localidad y en otras. Tenemos invitaciones para concurrir a otras localidades y provincias.

M. F.: –Las primeras presentaciones son las más recordadas. Secretos de familia fue la gran sorpresa de nuestro público, como así también La receta de las brujas, el musical para niños. Todo los hicimos y hacemos con amor, por eso son los resultados obtenidos.

–¿Cómo definirían la importancia social de Cuentacuentero?

M. S.: –Contar cuentos es una condición natural del ser humano. Desde los inicios, los hombres y mujeres sintieron la necesidad de comunicarse y se reunían alrededor del fuego a contar historias vividas o inventadas. El reloj sigue girando, y las necesidades de comunicación, de escucha, de interactuar, de crear vínculos a través de la palabra, siguen vigentes. Los cuentos son una herramienta de transformación social, permiten imaginar, hablar de justicia, hablar de igualdad. Ser cuentacuentos implica un compromiso con las historias y con la gente que las va a escuchar. Pepa Lavilla (actriz y cuentacuentos española) aconseja a quienes narran: “Permítete disfrutar sin trabas, ni prejuicios, concéntrate en tu historia y vívela como la cosa más maravillosa. El cuento es la magia, el cuentacuentos es el mago que realiza encantamientos, porque conecta con la imaginación”.

Un dato de color

Juan Fábregues, el padre de la cuentacuentos Marta Fábregues, fue corresponsal fotográfico de Caras y Caretas en General Villegas en los años de 1930. En la foto puede verse su carnet de prensa que lo acreditaba como tal.

spot_img