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domingo, diciembre 15, 2024
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La historia de Fabio Cabrera; el cañadense de sangre y alma que se asentó en suelo paulista

«GPS», el programa elegido por los villeguenses, nos emociona cada semana con sus historias y el detrás de escena de cada uno de los nuestros, radicados en otro punto específico del planeta. 

En la edición 55 del programa, bajo la conducción de Esteban Mutuberría, llegó la oportunidad para Fabio Cabrera. De 39 años de edad, se encuentra viviendo una aventura desde hace 15 años, cuando tomó vuelo por primera vez al extranjero.

Físicamente en Brasil, pero con su corazón y sangre en Cañada Seca. La posibilidad de emigrar llegó en 2008. Si alguien sabe de experiencia en el exterior, ese es Fabio, quien hoy nos cuenta su propio testimonio, a más de 2 mil kilómetros de su tierra de origen.

La génesis del camino

Todo comenzó de una forma insignificante. Volviendo de un campo para Cañada Seca, Fabio sintonizó un medio de comunicación nacional, en el que un entrevistado contó su experiencia habiendo recorrido más de 50 países.

Para muchos puede significar un simple testimonio de un desconocido, pero para Fabio fue más que eso. Fue la primera vez que se interesó por emigrar al exterior, despert´ndos y se despertó una fibra íntima que estaba escondida: «Viajar era algo que tenía pendiente desde chico, entonces se me prendió una lamparita».

Pero después de buscar durante medio año una buena propuesta en otro país, terminó desistiendo a la idea y abandonó su deseo. «Uno siempre va conociendo gente al estar de campo en campo», indicó.

En uno de esos viajes rurales conoció a un amigo, quien le comentó la realidad familiar que ubicaba a varias de sus hermanas en distintos países. «Cuando él me dijo eso, empecé a investigar y contactar personas especialistas en el tema. Una de las hermanas de mi amigo me ayudó mucho desde la experiencia», expresó.

El camino comenzó a partir de esas charlas bajo la naturaleza cañadense, con un mate en la mano. A partir de ese momento, Fabio contrató una agencia que le habló de seguros y beneficios en noviembre de 2009. «Ellos hicieron la parte burocrática y me dieron un visto llamado Working Holiday, que tenía duración de un año», explicó.

La «Working Holiday» es una visa de vacaciones con trabajo y un permiso de residencia que permite a los viajeros trabajar en el país que expide la visa, para complementar sus fondos de viaje.

«Mi familia es muy pueblerina y estaban súper preocupados, porque lo que se venía era complicado y duro de asimilar. Mis amigos de Cañada Seca me contaron que mi mamá se encontraba inquieta por mi viaje», dijo Fabio.

"Darle la vuelta al mundo"

En esas condiciones tomó la decisión de dar el primer salto a Nueva Zelanda, pero lo hizo sin miedo por el convencimiento que lo caracterizaba a los 24 años. El primer destino fue Auckland, una ciudad importante en el norte de la Isla Norte.

«Yo sabía que es un país muy organizado y no tiene peligros. La mayor dificultad que yo tenía era la inexperiencia de vivir en una ciudad grande y eso se sufre, así como también el idioma, que era muy básico y flojo de mi parte», aclaró.

Pero el problema más grande llegó una vez en suelo oceánico, cuando un amigo bungense viajó a Argentina por luna de miel y Fabio se quedó sin contacto alguno en territorio zelandés.

Pero al buscar desesperadamente, el cañadense terminó encontrando muchos argentinos en el país. Estos compatriotas lo ayudaron con el tema del transporte y el alojamiento en un hostel.

Pasados los días, Fabio debía buscar una salida. Así fue como encontró a un amigo chileno, con quien partieron juntos para un pueblo llamado Te Puke, ubicado a 28 kilómetros al sureste de Tauranga, en las autoridades territorial de Western Bay of Plenty del oeste de Bay of Plenty, región de Nueva Zelanda.

Esta zona es especialmente famoso por el cultivo de kiwis y fue justamente por esta producción con la que Fabio llevó adelante su primera tarea laboral. «Estaba acostumbrado después de tanto tiempo en el campo de Cañada Seca».

Sin escalas; rumbo a Europa y vuelta a Argentina

Su idea siempre fue desempeñarse en el viejo continente, por lo que tomó vuelo y estuvo primero en Inglaterra y luego en España. En este transcurso no pudo conseguir trabajo, por lo que se bajó del barco.

La experiencia en Europa no fue la esperada y retornó a Argentina, en el año 2011. «Extrañaba un poco Cañada Seca y quería volver para dejar a mis padres tranquilos, entonces no me empeñé tanto en buscar trabajo en Europa», detalló.

Un nuevo comienzo

Tras seguir con la intensificada búsqueda de un país en el cual residir, Fabio viajó junto un amigo rumbo a las Cataratas del Iguazú, con la idea de cruzar la Triple Frontera y vivir en Brasil.

Sin lugar en otras tierras, el cañadense aceptó la oferta de un amigo brasileño que había conocido en Nueva Zelanda, y mudó sus ilusiones a la «tierra de la alegría y el carnaval». El destino en cuestión fue San Pablo, que se encuentra entre las ciudades más pobladas del mundo, con varias instituciones culturales y una rica tradición arquitectónica.

Proceso de adaptación

Desde que aterrizó en suelo brasileño, más específicamente en Campinas, todo fue sorprendente para Fabio. «La idea era trabajar en una breve pasantía por Brasil y llegar a México en algún momento. Encontré gente maravillosa e hice muchos amigos. Me fui quedando cada vez más y el tiempo pasó muy rápido, sin darme cuenta», indicó.

Fabio definió su estadía en Brasil hasta el momento en tres períodos. Los primeros cuatro años de adaptación, el segundo tramo fue de oportunidades laborales y el último lapso radica en la profesionalización y dedicación a lo que realmente apuntaba. «Después de tanto tiempo, yo me sigo sintiendo argentino. Se puede tener una esposa, que sería la segunda mujer, pero mi madre es Argentina», expresó Fabio metafóricamente.

Con tanto tiempo recorrido, «lo que más rescato es la transformación de mi persona. Todas las vivencias me hicieron valorizar mucho más varios aspectos de la vida», reflexionó.

De Argentina en la parte cultural, lo que más extraña Fabio es tomar mate con compañía y todo el ritual que conlleva, con charlas y facturas. La carne y el vino son otros aspectos gastronómicos añorados por el cañadense.

«El brasileño es más sensible con respecto al argentino, que es más guerrero y peleador. Aquí (en Brasil) existe un respeto en todos los sentidos o, por lo menos, se trabaja mucho sobre eso. La rivalidad entre argentinos y brasileños no existe, siempre se hace en modo de chiste y nunca me pasó de sentirme diferenciado. Ellos nos ven como un país culto y educado, por lo que sienten pena por la situación que estamos atravesando», explicó.

Fabio, que se encuentra en pareja con una brasileña, contó de su experiencia al asistir a un partido de Argentina en el Mundial 2014, en la victoria agónica ante Suiza en Octavos; y también disfrutó en vivo del empate de Argentina contra Paraguay, en la Copa América 2019.

Planes para el futuro

El cañadense se encuentra muy cómodo en Brasil y ha echado raíces, por lo que ve muy complicado establecerse hoy en otro lugar, por lo menos en el corto plazo.

No obstante, aclaró que «el espíritu viajero no lo perdí, sino que está dormido por una necesidad. Cuando somos jóvenes, el panorama es otro y no le tenemos miedo a nada. Pero hoy por hoy estoy dedicado a hacer una base económica».

Sin embargo, sorprendió a todos cuando puso a Argentina como un lugar confiable para volver en algún momento de su vida. «Quisiera vivir por lo menos dos años en Buenos Aires, porque deseo tener otra experiencia del país en una ciudad grande, que nunca tuve», sostuvo.

La vida de Fabio está asentada en tierra brasileña, después de haber estado varios años intentando encontrar su lugar en el mundo. Lejos de su suelo de origen, pudo establecer una familia, gozar de incontables amistades y disfrutar la vida de otra manera.

Pero aún quedan más capítulos por recorrer y más historias por contar. La vida es minuto a minuto y todo puede cambiar de repente para el cañadense, que nunca se olvidó de sus raíces y desea, en algún momento de este pasaje, volver a disfrutar esos mates y paisajes que le regaló Cañada Seca en sus comienzos. Solo es cuestión de tiempo.