En la columna «La Voz del Campo» dialogamos con el presidente de CARBAP, Horacio Salaverri, quien hizo referencia a las consecuencias negativas que implicaría una intervención en el mercado de exportación de carne. Además, señaló que si el objetivo es controlar el precio final de la carne debe contemplarse toda la cadena -desde que el producto primario sale del campo hasta que llega al consumidor- y, sobre todo, la parte impositiva.
El presidente de CARBAP, Horacio Salaverri, respondió a las declaraciones de la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, quien días atrás manifestó que si seguían viendo «comportamientos especulativo» por parte de los productores ganaderos no les iba a «temblar el pulso a la hora de cerrar las exportaciones de carne vacuna».
Por supuesto que los dichos no cayeron para nada bien en el sector agropecuario y las entidades agrarias.
«La manera de expresarse de la secretaria no es la correcta. Primero no entiendo bien cuando habla de especulación en la carne. No es un término que se utilice en la comercialización de carne la especulación. Por otro lado dice ‘no nos va a temblar el pulso’ a modo autoritario, como de amenaza. Lo que nosotros planteamos es que no podemos estar cada 3 o 4 años insistiendo con temas que han fracasado. El cierre de exportación de carne tiene una historia en Argentina desde mitad de 2006 hasta fines de 2010 y la Argentina perdió alrededor de 11 millones de cabezas, cerraron más de 122 frigoríficos exportadores y hubo una caída de mano de obra de arriba de 11.000 puestos de trabajo. Y la carne, a fin de cuentas, terminó aumentando el 220% del 2006 al 2010. Esto quiere decir que fue un fracaso tremendo y que perdimos una gran cantidad de mercados tradicionales de carne, que es uno de los productos en los que Argentina lidera en el mundo. Esto ya lo vimos. Entonces cuando una funcionaria del rango de Paula Español manifiesta esta cuestión realmente no ayuda en nada. No ayuda a la inversión, no ayuda a un país que está con un problema de la caída del producto bruto interno de casi el 10%, con una pérdida de casi 2.000.000 de puestos de trabajo en el sector privado. Nada de esto sirve para generar confianza y generar inversión, y por eso hemos alertado acerca de esta situación», expresó Salaverri.
El precio de la carne
Cecilia Todesca, vicejefa de gobierno, se desentendió de las declaraciones de Español, pero pidió al sector ganadero «precios razonables» para la carne.
Consultado al respecto, Salaverri remarcó que hay que mirar toda la cadena, desde que el producto primario sale del campo hasta que llega al consumidor.
«Hay un índice que lo emite la CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa) que se llama IPOD (Índice de Precios en Origen y Destino) que mide el incremento que tiene un producto entre que sale del productor y llega a la góndola. En enero dio 5.5. Significa que, en promedio, cualquier producto agropecuario que sale del productor y llega a una góndola lo hace con el 450% de incremento. Esto es un promedio. En el caso de la manzana en enero era de 1400%, la uva en San Juan valía 12 pesos y valía más de 200 pesos en los supermercados. Pensábamos que el gobierno había entendido esto: cuando uno quiere revisar precios hay que revisar la cadena en su totalidad, desde que sale del productor hasta que llega a la góndola. En esa cadena hay una parte que es la impositiva. La parte impositiva en la carne llega al 33% del precio y la carne implica solo el 24%. Si se incide sobre el precio del productor no se va a lograr ningún resultado en el precio del consumidor final. Es matemático: Si se toma en una cadena de valores el valor más chico y se lo afecta, indudablemente el valor más chico va a incidir menos en el valor final. Creer que modificando el valor inicial del producto primario se modifica el precio final es totalmente equivocado», reflexionó.
«Hay un caso: el cordón hortícola de La Plata que no está a más de 5 km de una góndola en la ciudad de La Plata. La lechuga vale 22 pesos y en la góndola vale 105. A 5 kilómetros de ahí. Esa es la transformación que se produce entre el productor y la góndola. ¿Si se afectan esos 22 pesos van a bajar los 105? No. Hay que atender el tema impositivo, el IVA en Argentina es del 21% y es uno de los más elevados en el mundo sobre los alimentos. No es una mirada correcta, hay que mirar la cadena en su totalidad», subrayó.
Otro factor que influye en el precio de los alimentos: la inflación
«Tenemos tres vecinos que hacen lo mismo que nosotros: Uruguay, Paraguay y Brasil. Exportan cereal y carne. Ninguno de esos países se ven afectados por el incremento de los precios internacionales. ¿Por qué? Por un elemento básico: no tienen inflación. Si se extrapola un proceso inflacionario de un incremento del 4% mensual se puede superar el 50% de inflación anual. Pensar que no va a haber movimiento de precios y que ese movimiento de precios le deteriora todo el ingreso a los argentinos es mirar otra película. Hay que mirar los procesos inflacionarios porque sino estamos equivocados y tenemos enfoques sobre los efectos y no sobre las causas», expresó.
¿Qué palpita el campo? ¿Podrá haber más medidas de retenciones o cupos a las exportaciones?
«En esta encrucijada que está el país lo que el campo trata de hacer es apoyar. Se nos tendría que convocar a una mesa donde podamos aportar ideas. El campo va a aportar más de 3.500 millones de dólares, solamente por el diferencial de precios internacionales porque la cosecha ha sido menor. El complejo sojero va a exportar, entre harina y aceite, más de 20.000 millones de dólares. Tendríamos el dinero necesario para atender los gastos de la pandemia con soltura. En esta encrucijada no podemos estar a los tironeos, tirando medidas para ver cómo repercuten y si sirven o no sirven. El país amerita una revisión más profunda y ver lo delicado de la situación, lo delicado de la pobreza. Y el único remedio contra la pobreza es el trabajo, la inversión. Si no dan las herramientas necesarias para que los sectores dinámicos como el campo se desarrollen, realmente no vamos a salir de esta encrucijada», destacó el presidente de CARBAP.
Y agregó: «Mientras Español hacía declaraciones de que cerraba la exportación de carne, el ministro Guzmán estaba en Alemania manifestando que Argentina iba a exportar más y que eso iba a garantizar los acuerdos con el FMI. Cuando en un gobierno hay tanta disimilitud entre los comentarios de uno y otro es muy difícil programar hacia adelante. Cualquier tipo de esas medidas no caería bien porque no serían buenas. Uno podría apoyar algún tipo de medidas, aún con desagrado, en esta encrucijada; pero siempre que sea una medida elaborada, pensada, que tenga una mirada distinta, que sea corta en el tiempo. Uno no puede estar pendiente de cómo se levante un funcionario. Basterra a fin de año cerró las exportaciones de maíz y después se dio cuenta que no era necesario. Así no se camina, hay que caminar en forma ordenada».
¿Hacia dónde caminar?
«Cerca de General Pico hay tres importantes frigoríficos. La Pampa es una zona básicamente ganadera. Cuando se cerraron exportaciones, un frigorífico de esos cerró y quedaron 500 personas trabajando en los otros dos. Hoy se reabrió el tercer frigorífico y trabajan 1.500 personas. Esa es la mirada que hay que tener. Es la mirada de cómo generamos inversión, desarrollo y empleo. En esa mirada nos podemos sentar a hablar y a generar proyectos. Todavía están dando vueltas con la postergación de la ley de biocombustible, lo cual es totalmente necesario. Argentina ha sido un país que ha liderado eso en el mundo y ha exportado biocombustible y todavía están dando vueltas. Si no generamos seguridad jurídica, no generamos inversiones. Y lamentablemente Argentina no genera seguridad jurídica hacia adelante y un programa claro que le diga al inversor ‘esto va a ser así, acá hay que invertir’. Nosotros estamos abiertos, el campo puede hacer un aporte muy importante en la situación que está atravesando nuestro país», concluyó.